Seguro que muchos de vosotros conocéis el libro “El Secreto”
de Rhonda Byrne y habréis escuchado una y mil veces en qué consiste la Ley de
la atracción. Pues bien, cierto es que esa Ley existe y lleva existiendo
muchísimo tiempo, por lo cual no es ningún secreto; pero también he de decir
que no se conoce la magnitud de este fenómeno. Supongo que no solo es cuestión
de tener un pensamiento positivo ante la vida, es algo que va más allá del
raciocinio y de nuestros deseos y que en mi opinión se escapa de nuestro
control. No considero que estemos preparados para afrontar y experimentar lo
grandioso que se esconde bajo el telón de la vida.
Ahora os contaré la reflexión que hice un día mientras
viajaba en coche, fue como un flash, algo que llegó a mi cabeza y sin saber por
qué sentí la necesidad de escupirlo. La llamé teoría de los espejos y perdonad
si existe alguna teoría así porque la desconozco. Es algo complicado transmitir
el concepto de una idea abstracta pero intentaré simplificarlo y materializarlo
en palabras. Imaginad que cada uno de nosotros estamos inmersos en una espiral,
una espiral llena de espejos, ahora bien aquello que sintamos en un momento
determinado, alguna sensación mala o buena, la vamos a proyectar en alguno de
esos espejos y se multiplicará esa sensación y nuestro sentimiento se reproducirá
en otro espejo. Y ese espejo en otro, lo cual rebotará en algún momento sobre
nosotros y atraeremos esa circunstancia. ¿ Y te preguntarás qué es lo que rebota? Es simple,
energía, nuestra energía. Ello
explicaría que cuando pasamos por una mala racha, todo nos parece que viene
igual, emitimos una frecuencia de energía negativa que volverá a nosotros como
un boomerang. De igual manera, emitiendo buena energía, todo aquello que llegué
a nosotros será positivo.
Obviemos lo material, lo corporal, hablemos de energía,
realmente lo que somos. Energía que varía su frecuencia en función del momento
y estado anímico. Algunas de esas ondas de energía se asemejan más o menos y conectan
entre sí unas con otras. Ahora bien, como ya he mencionado, cambiamos constantemente
de frecuencia según varíe nuestro entorno y nosotros mismos. Por ello, en
función de nuestra frecuencia energética en un momento determinado,
sincronizamos con otras ondas de frecuencia entre las cuales se complementan. De
esta manera contagiamos y propagamos esa energía, lo que explicaría la teoría
de los espejos de la que os he hablado.
Si queréis comentar algo o aportar cosas interesantes sería
estupendo.